sábado, marzo 03, 2012

Pruebas

Y sucede que hoy me levanté, toqué el piso con mis pies y todo estaba en orden. El agua tibia a la hora del baño. El desayuno y el café mejor que nunca.
Al salir de la casa, el viento corría refrescante. Y en el cielo solamente habían el número exacto de nubes, equilibrio perfecto entre un cielo gris y uno desoladamente soleado.El camino al trabajo impecable. Sin camioneros malhumorados y sudorosos diciendo cosas impertinentes.Sin tener que estar parada todo el camino por no coger asiento. Mis ocho horas de trabajo tranquilas. Sin contratiempos.
Y ya en la casa, despues de pasear a Capicúa, de una rica cena y de estar a punto de apagar este monitor para irme a leer, pienso que se vale.
Que de vez en vez los días deben de ser buenos. No buenos y ya, si no bellisímos, intrancendentalmente bellísimos, con la hermosura de la sencillez de un día perfectamente redondo.
Días buenos por que sí.

Y al releer mis textos noto que, aunque continuamente me suceden estos días, no siempre lo escribo, ni dejo huella de ellos en ningún lado. Por eso al menos hoy, quiero escribirlo en este mi jardín secreto para recordarme que no todos son mares picados ni cielos sin estrellas.

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