viernes, julio 13, 2007

Contagio

Mi computadora se niega a prender. Cuando intento reiniciarla suelta un silbido agudo y extraño que yo traduzco como una queja.
La he dejado descansar un tiempo y luego he intentado despertarla de nuevo.
Arranca, pero a los dos minutos, aparece en su pantalla un texto que yo interpreto como un reproche por haberla forzado. Y acto seguido: se apaga.
Mientras está ahí quietecita. Con toda esas letras, imágenes y sónidos dentro de ella que no sirven para nada si se niega a reaccionar.
Ha venido un especialista en crisis de este tipo. Le ha metido mano sin compasión. La ha dejado desnuda sobre la mesa. Y luego la ha metido sin cuidado en un maletín y me ha dicho que tendrá que intervenirla.
Me explica la razón de su negación a seguir. De su colapso tan abrupto y de la nada: Son cosas que pasan. Detalles que se filtran y te desconfiguran por completo a pesar de tener una fortaleza protengiendote.
Yo asiento y quedo de ir por ella en unos días.
Estoy preocupada.
Dada la explicación que me dió el especialista, mi computadora tiene un virus.
Estoy aterrada.
Dada la descripción de los síntomas que presenta, el virus sin dudar y a ojos cerrados, debo haberselo contagiado yo.

Esperanzas

Creo que voy mejorando. Las letras se me ocurren camino al trabajo, en la regadera, mientras lavo platos. Llegan poco a poco. Ideas de palabras. Fantasmas de historias o razones que valen la pena escribir. Nada se ha escrito aún. Nada.
Pero el camino ahí está. Y mis letras. Y mi entusiasmo por creer que este patético conato de genialidad es en realidad un avance.