martes, marzo 21, 2006

Yo no me sentaría en tu mesa

lunes, marzo 20, 2006

Homenaje...

"...Tus palabras llegaban
como pájaros que saben que siempre hay una ventana abierta
al fin del mundo.
Y los poemas se encendían como girasoles
nacidos de tu corazón profundo y secreto,
rescatados de la nostalgia,
la única realidad.

Tú sabías que la poesía debe ser usual como el cielo que nos desborda,
que no significa nada sino permite a los hombres acercarse y conocerse.
La poesía debe ser una moneda cotidiana
y debe estar sobre todas las mesas
como el canto de la jarra de vino que ilumina los caminos del domingo.
Sabías que las ciudades son accidentes que no prevalecerán frente a los árboles,
que la poesía no se pregona en las plazas ni se va a vender a los mercados a la moda,
que no se escribe con saliva, con bencina, con muecas,
ni el pobre humor de los quieren llamar la atención
con bromas de payasos pretenciosos
y que de nada sirven
los grandes discursos tartamudos de los que no tienen nada que decir.
La poesía es un respirar en paz
para que los demás respiren,
un poema
es un pan fresco,
un cesto de mimbre.
Un poema
debe ser leído por amigos desconocidos
en trenes que siempre se atrasan,
o bajo los castaños de las plazas aldeanas.
Pocos saben aquí lo que es un poema,
pocos han puesto su cara al viento en medio de un trigal;
pocos saben lo que es un poeta
y cómo debe morir un poeta.
Tú moriste en un cuarto en donde se congregaba toda la primavera
mirando un cesto con manzanas.
He visto morir a un príncipe
dijo uno de tus amigos.

Y este Primero de Noviembre
cuando me rodean los muertos que siempre están conmigo
y pienso en tu serena y ruda fe
que se puede comprender
como a una pequeña iglesia azul de pueblo
donde hay un párroco que no pide sino compartir su pan.
Tú hablabas con tu Dios
como al pobre hijo de un carpintero,
pues sabías que también se crucifica todos los días a un poeta
(Jesús tenía treinta y tres años,
Jean Arthur también era Cristo
crucificado a los treinta y siete).
Pero a ti no te importaba que te escupieran la cara o te olvidaran
porque como tú lo decías, nadie puede impedir a un pájaro
que cante en la más alta cima,
y el poeta derribado
es sólo el árbol rojo que señala el comienzo del bosque. "

Jorge Teillier

miércoles, marzo 08, 2006

El demonio en la pared.

***


domingo, enero 29, 2006

Mi relación con los médicos no ha prosperado jamás, ni creo que mejore en los próximos años. Todavía no he padecido una enfermedad que no haya logrado superar con un poco de coraje y una botella de licor. Suena primitivo, lo sé, pero no me avergüenza. ¿Cómo he podido oponer mi bárbara aversión a una ciencia que ha progresado con denuedo semejante? No importa si la medicina es incapaz de curar el cáncer o la eyaculación precoz de los mexicanos (ésta última ya una cuestión de salud pública), de todos modos casi nadie pone en duda sus importantes avances (financieros, por supuesto): en la actualidad el médico se parece más a un corredor de bolsa que a un misionero samaritano.
No sé si prefiero ponerme en manos de los médicos o lanzarme a los brazos de la muerte. Lo segundo es mucho más digno, pero no vive uno para presumirlo. Cuando escucho decir a las personas que tienen una cita con el médico experimento una extraña sensación de tristeza. ¿De modo que estos seres tienen intenciones de continuar viviendo entre nosotros? Cuánto me gustaría disuadirlos de sus propósitos, pero es imposible porque tomarían mis palabras por los argumentos de un loco. Nadie conserva en estos días el carácter suficiente para vivir tan sólo unos cuantos años. Como si se necesitaran más de treinta para darse cuenta de que aún doscientos años de vida nos serían insuficientes. Y por si fuera poco son los más feos, los seres más desagradables quienes acuden puntualmente a su cita con el médico. Con un mes de anticipación la menos agraciada de mis tías hace cita con su médico de cabecera, pues sospecha que durante el transcurso de ese mes acumulará suficientes males para justificar la consulta.
Pocas personas consiguen establecer una amistad decorosa con sus enfermedades. La mayoría prefiere la guerra. En cuanto una enfermedad asoma la cara, el enfermo corre como una liebre al médico. Todos tenemos miedo de nuestro cuerpo y necesitamos silenciarlo: es uno de nuestros peores enemigos. Así las cosas, ni siquiera dudamos en aceptar cuando un médico toma la decisión de abrirnos en dos como a una rana. Aceptamos gustosos el diagnóstico y nos tiramos panza arriba sobre el quirófano. No me extrañaría que un estudio minucioso de estas cuestiones nos revelara que la mayor parte de las operaciones son innecesarias, motivadas por afanes de lucro, impaciencia, ausencia de alternativas, sospechas infundadas, pero sobre todo a causa de la morbosa pasión de los médicos por entrometerse en nuestros cuerpos: espías adictos que no conocen más que una sola ruta. Espías, enemigos que desean progresar a nuestras costillas. No me parece errado el escritor Peter Sloterdijk cuando dice que el médico pinta con una mano el demonio en la pared y con la otra nos opera. En definitiva, prefiero una botella de licor para llevarme a la tumba que morirme en medio de una cirugía.

Guillermo J.Fadanelli

www.fadanelli.blogspot.com

lunes, marzo 06, 2006

*Hope There's Someone

(Antony and the Johnsons)

Hope there's someone
Who'll take care of me
When I die, will I go

Hope there's someone
Who'll set my heart free
Nice to hold when I'm tired

There's a ghost on the horizon
When I go to bed
How can I fall asleep at night
How will I rest my head

Oh I'm scared of the middle place
Between light and nowhere
I don't want to be the one
Left in there, left in there

There's a man on the horizon
Wish that I'd go to bed
If I fall to his feet tonight
Will allow rest my head

So here's hoping I will not drown
Or paralyze in light
And godsend I don't want to go
To the seal's watershed

Hope there's someone
Who'll take care of me
When I die, Will I go

Hope there's someone
Who'll set my heart free
Nice to hold when I'm tired

domingo, marzo 05, 2006

21 Feb. 2006

Ayer lloré sin razón. Odio llorar sin un motivo aparente.
Despertarme con los ojos hinchados y no tener una sola respuesta
para mi espejo.
Como cualquier falla en cualquier sistema. La razón podría ser
cualquier cosa o una mezcla de ellas:

Por que llegaste demasiado tarde. O tal vez demasiado temprano.
O al menos nunca a tiempo.

Por que cumplí años y no quiero seguir
archivando edades bajo ningún subject, sin ningún final
o camino hacia donde al menos empezar.

Por que no estoy en el lugar que quiero estar,
y el problema es que todavía no lo conozco, no sé aún cual es ese lugar.

Por que no sé si quiero escribir, grabar, editar, criticar, leer, vivir,
estudiar, escribir, trabajar, coger, bailar, reír, observar, llorar, besar,
amar o comer una cosa más q la otra, todas al mismo tiempo, o crear
una bandera con una de ellas y llevarla conmigo de por vida.

Por que no he encontrado de nuevo ese cosquilleo en el estomago
Y el temblor por todo el cuerpo que me recorre siempre que estoy haciendo
Lo que me gusta, lo que me apasiona, para lo que vine a parar aquí.


Por que hoy desperté sin ganas de comer. Nada. Ni la mas deliciosa pasta ni el más rico pastel de chocolate se me antoja siquiera. Y eso me da miedo. Comer es una de las mayores diversiones en mi vida.

Por que, solo conozco a dos cronopios. Uno se vuelve poco a poco un holograma de polvo entre ciudades prometidas y recuerdos. Y el otro decidió esconderse profundamente y huir de mi mientras me aventaba con todas su fuerzas de su espacio por completo. Ahora se esconde en alguna esquina o callejón de la calle 60 y yo respiro
Por la herida que siempre me deja su partida.

Por que (hoy) son las dos de la mañana y no has llegado.
Por que ahora son las 5:52 a.m y no he podido dormir.
Por que estoy triste por ti pero muy preocupada. No sé si ha pasado algo.

Por que no estoy allá. Por que no sé si es por que no puedo o por que no quiero.

Por que te llamé y no estabas. Y para lograr llamarte colgué siete veces antes, justo después de marcar tu número.

Por que estoy sola. Total y completamente sola. Por que eso ya lo sabia. Pero hoy me pesa como piedras sobre la espalda.

Por que ya no me veo en el espejo. Por que desde hace ocho años empecé a borrarme. Y a veces solo veo claro a través de mis lágrimas. Por que me di cuenta q desde hace cuatro años comencé a perder mi espiritú.

Por que es ya muy tarde para muchas cosas. Y muy temprano para otras.
Y ya es hora, la hora justa para algunas. Y yo no me muevo.

Por que es tarde y no has llamado. Y tu telefono me manda al mismo lugar de siempre.
Por que hoy un niño lindo me sonrió y yo le contesté la sonrisa.

Por que he tenido demasiado trabajo. Demasiado.
Y sé que tendré más.

Por que estoy triste. Muy triste.

Por que quisiera saber más y no puedo.

Por que quisiera ya no quererte. Ya no quererlos. Ya no querer.

Y tener el valor suficiente. La voluntad suficiente.

Por qué sé que esto está por terminar, pero no sé si apenas comienza.

Lloró por que quisiera saber por que estoy llorando.