sábado, marzo 03, 2012

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Estuve más de cuatro meses pensando que podía hacer para no cumplir 22.
Inventé planes para esconderme de ese día. Planeé dormirme y levantarme hasta el otro día.
Hasta que comprendí que cual bomba atómica en Nagasaki el cumpleaños me alcanzaría en todas partes.
Y decidí afrontarlo con la dignidad que Mafalda tal vez afrontaria sus nunca-cumplidos 10 años.
Y gris estuvo ese mes y el inicio de este hasta que ayer por una revelación de mi perra, me di cuenta que 22 era Capicúa.
Volveré a tener edad-capicúa en 11 años. Y quién sabe si llegue siquiera  a esa edad.
Decidí que era una revelación de buena suerte. Les contaré (si tengo suerte) de mis 33, para ver si son buen augurio.

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