lunes, julio 24, 2006

y retazos

MI AMIGO WALTER HENN HA MUERTO

Poema inédito en castellano de Günter Grass

Nunca quería irse a dormir.
Su cansancio se quedaba sentado y se disipaba hablando.
Sabía hacer
que las palabras hinchadas
parecieran leves.
Para él la simetría no podía durar;
su sonrisa la hacía desaparecer.
Su ligereza dejaba sin trabajo a las columnas.
Su ingenio
aparecía
con paso de paloma.
La técnica lo obedecía casi siempre.
Para cada milagro encontraba una nueva máquina de levitación.
Hablábamos de espantapájaros;
debían de hacerse móviles.
Pesaba más que Bayreuth y menos
que una libra de cerezas.
Y no quería irse a dormir.
No poseía nada por mucho tiempo.
Todos lo querían inexorablemente.
Jugaba por
contra
y con los minutos y el dinero.
Hasta el agua la bebía con ansia.
Del codillo
que le gustaba comer
se dejaba cinco cuartos.
Y tenía miedo al dentista.
Y eludía sus problemas:
a izquierda y derecha, árboles en fila, de hoja perenne.
Y hacía creer a las mujeres regordetas
que eran chicas semitransparentes.
Y se retorcía su pelo de treinta y un años.
Y no quería irse a dormir,
porque quería seguir hablando,
porque su sed estaba totalmente despierta,
porque su espectáculo no acababa,
porque para cada mutis se le ocurrían tres entradas en escena,
porque no sabía acabar y nunca lo intentaba:
astutas disculpas
dragones de papel,
bambalinas movidas de un lado a otro...
Pero ahora mi amigo,
que nunca quería irse a dormir,
está muerto.
No. No digáis prematuramente.
No habléis de los dioses
que lo amaban,
como dice el rumor,
hablad del engaño, de la injusticia
estúpida y cuadriculada,
de la hora de cierre
que dice: ¡por hoy basta, señores!
hablad de nosotros, las sanguijuelas,
y del agujero que ha quedado:
imposible de llenar... mirándolo fijamente... sin dormir.

2 comentarios:

Funiculí Funiculá dijo...

Es maravilloso este tu lugar...prometo volver

El Aviador Capotado dijo...

Astillas, linda, ¿creías que había olvidado mi mexicana? ¡Jamás!. Sigo visitándote y dejando perfume de hierba para disimular el olor a queroseno de los motores.
A veces noto tristeza en tus escritos. Bueno, los escritores sois así. Tendré que aceptarlo. Demasiada sensibilidad.
Ayer brindé por Astillas tomando unas Coronitas (con el trocito de limón y todo). Demasiadas, creo que nos pasamos. La puesta de sol era preciosa y me acordé de ese corazón sin trampas que he adoptado en México. Por la noche me llevé el ordenador portátil al club, y entre gin tonics y gin tonics, mostré (espero que no te importe) lo que escribes. Mis amigos y familia quedaron sorprendidos y encantados.
No he podído incluirte en mis preferidos, sencillamente por ignorar como se hace. Mi hijo mayor se encuentra en Chicago y el pequeño campa a sus anchas por Europa. El primero que vuelva lo hará. Soy un negado para la informática.

Motores y al aire.

¡¡Adíooooooos!!